Y cuando no pudo más, igual siguió viviendo. Atravesada y todo como estaba por semejante dolencia, le hizo burla a su suerte y se rió de sus miserias.
Procuró su libertad en un mundo de barreras donde todo era pecado y sobraban las reglas. Igual que su salud, el contexto le era hostil, conoció la traición, la mentira y la pelea.
Y a pesar de que todo estaba en contra porque siempre estuvo enferma, porque nunca pudo tener hijos, porque el mundo estaba en guerra, fue trasgresora y aventurera, conoció el verdadero amor, y en sus obras plasmó su trascendencia.
Solo cuando supe de ella comprendí el significado de la palabra resiliencia: sobreponerse con éxito y salir fortalecido de situaciones adversas.
Llenó su miseriosa vida de color y aventuras atrevidas trascendiendo para siempre. Jamás se doblegó ante el dolor a pesar de que tuvo muchas caídas.
Cuánto más podríamos, cuánto más lograríamos con algo de su tesón, de su valentía. Ojalá tuviéramos todos solo un poquito de Frida. Porque por terrible que fue su historia, ella desafió a la adversidad, y haciéndolo homenajeó la vida.