El ser humano no pasa por el mundo sin llevar adelante algunos procesos: interactúa y responde a los estímulos positivos o negativos del entorno. Esta reacción no es sólo mental, cada vez se dispone de más pruebas científicas a favor de que son respuestas con transmisores involucrados que desencadenan tempestades neuroquímicas cuyas consecuencias se dejan de sentir más allá de las neuronas. Podríamos decir que el temporal neuroquímico tiene consecuencias globales sobre el organismo.
Optimismo es positividad. Una persona optimista es quien, por regla general, espera que los acontecimientos futuros de la vida tengan un desenlace positivo. Suele atribuir a causas externas los acontecimientos malos que, además, considera temporales y no atribuibles a factores generales y estables.
Características de un ser optimista
La filosofía de vida de la persona optimista le hace esperar que las cosas le salgan bien y, por lo tanto, se predispone a ello.
Optimismo es positividad. Una persona optimista es quien, por regla general, espera que los acontecimientos futuros de la vida tengan un desenlace positivo. Suele atribuir a causas externas los acontecimientos malos que, además, considera temporales y no atribuibles a factores generales y estables.
Características de un ser optimista
La filosofía de vida de la persona optimista le hace esperar que las cosas le salgan bien y, por lo tanto, se predispone a ello.
• Confía que conseguirá algo y, por lo tanto, lo intenta.
• No se rinde tan fácilmente ante un fracaso o una dificultad.
Ante los obstáculos, cualquier ser humano puede decidir si sigue adelante y se compromete para tratar de superar la situación o si se rinde. La decisión depende, en gran parte, de si los resultados deseables se consideran alcanzables. Además, naturalmente, de la experiencia anterior o los intentos previos (y sus resultados). Si las personas se sienten indefensas permanentemente en situaciones adversas, la esperanza queda socavada y las perspectivas se enturbian.
El resultado de la encuesta. En los países industrializados, las encuestas indican que las personas de hoy en día ganan mucho más dinero que sus padres o abuelos. Sin embargo, no son más felices que ellos.
Lo que importa a la hora de ser feliz no es la cantidad de ingreso económico, sino la autonomía que logra la persona.
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