Oscar Wilde dijo que "el egoísmo no es vivir como uno desea sino pedir a los demás que vivan como uno quiere que vivan ellos..."
El egoísmo es esa sorda voz interna que sirve de sustituto primerizo e inmaduro al amor propio.
El amor propio es ese estado inefable del alma donde uno se abre los brazos y se reencuentra consigo mismo para poder encontrarse con los demás.
El egoísmo es una enfermedad que se cura -parcialmente – con el tiempo y la experiencia, con los cambios y las pérdidas.
Pocas desgracias tan frecuentes existen como un compañero o compañera egoísta.
El egoísmo parte de una insuficiencia personal, una carencia o una necesidad que parte de un desarrollo incompleto, ya sea por la edad, por unas circunstancias concretas o por una educación defectuosa.
Hay personas que aún no son capaces de efectuar ese salto del egoísmo (el yo infantil que contempla a los demás como vehículos para satisfacer los propios deseos) al amor propio (el yo adulto, con autonomía emocional, capaz de ver a los otros como individuos únicos, diferenciados y especiales).
¿Cuál es la diferencia principal entre una persona egoísta y una persona con amor propio?
Los dos buscan ante todo la propia felicidad: pero la persona egoísta la buscará a través de otros, mientras que la persona con amor propio es una mina de sí misma. Lo que necesita, lo encuentra en su interior. El egoísta siempre mira hacia afuera.
El egoísmo en la pareja es una especie de transacción fraudulenta: yo te doy, tú no me das; entonces yo te doy más para que tú me des; y cuanto más te doy, menos me das.
¿Parece un enredo? Vamos a simplificarlo. El comportamiento egoísta en una relación es como un agujero negro. Traga todo lo que se le dá. Y no devuelve nada, porque no tiene nada.
La pareja egoísta por norma general, se siente atraída por personas que no lo son. Y las personas que no lo son, pero con un patrón inadecuado en el amor, sienten asimismo la necesidad de “conquistar” a esa persona inalcanzable, fría o imposible de complacer.
Son propensas a parejas egoístas las personas que tuvieron padres ausentes, fríos o poco demostrativos y que basan su autoconcepto en conseguir el amor de un perfil similar.
La mecánica de este tipo de situaciones, suele ser siempre similar. Al principio de la relación, puede que la persona egoísta, como parte del proceso de seducción, se muestre más entusiasta y generoso con aquel o aquella a quien desea conquistar. Una vez conseguido el objetivo de establecer una relación en la que obtenga lo que necesita, el egoísta se mostrará tal y como es.
Pero la pareja muchas veces queda enganchada a la imagen que se le dibujó en un principio. Y espera, espera, espera…mientras el otro no cambia, porque ésta y no la inicial, era su verdadera manera de ser.
Las relaciones con parejas egoístas son relaciones que exigen un alto nivel de sacrificio. Se reconocen porque son relaciones que se sustentan prácticamente en el esfuerzo de una sola persona, la que tira del carro, mientras la otra se deja querer y se sitúa en una posición cómoda en la que imposibilita el cambio, culpando a factores externos de su incapacidad para amar (me hicieron mucho daño, no me fío de nadie, llevo una coraza, tú tienes la culpa que no baje la guardia, me han educado así, etcétera.)
El egoísta y el entregado crean relaciones-lotería… donde uno compra el billete todos los días esperando a que alguna vez le toque el amor del otro.
Ambos miembros de la pareja se sienten atrapados y sufren.
¿Puede cambiar una persona egoísta?
Dado que en base, la mayor parte de las personas tendemos a ejercer el egoísmo en algún momento, sí, la respuesta es que una persona egoísta siempre puede dejar de serlo. El problema es que muy posiblemente sea el egoísmo y no el amor, lo que le haya llevado a establecer una relación en concreto. Y su primer paso hacia un cambio, es abandonar esa relación que inició desde sus carencias, no desde una sana elección de amar.
¿Merece la pena esperar a que la persona egoísta cambie?
Es una decisión que pertenece a cada uno. Sin embargo, poner en manos de la casualidad que ocurra algún suceso místico que haga que la otra persona deje de ser egoísta, es muchísimo más difícil que elegir no tener que padecerlo.
Si estás con una pareja egoísta, si la relación se mantiene únicamente por tus sacrificios, si sientes que te quedas sin energías y que nada cambia, quizás deberías mirar hacia adentro y comprender lo que haces y por qué lo haces.
Una relación de amor es algo que debiera hacerte grande, no disminuirte.
Si te sientes a disgusto porque crees que lo das todo y apenas recibes nada, puede que sea el momento de plantearte que antes de cambiar al otro, has de cambiar tú.
Recuerda que tus relaciones son un espejo de ti. Si estás con alguien que no te quiere, que no te muestra amor, ni interés, ni cuidado, ni preocupación, ni implicación ¿te estás queriendo tú?
No trates de cambiar tu deber por el de otro, ni descuides tu trabajo por hacer el de otro. No importa lo noble que éste pueda ser. Estás aquí para descubrir tu propio camino y entregarte a él en cuerpo y alma. (Buda)
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