Tomémonos un tiempo para conocer nuestro cuerpo, estemos en contacto con él y seamos sensibles a sus necesidades. Nuestro cuerpo entero se manifiesta, nuestro cuerpo habla y las caricias sanan.
Aprendamos a acariciar y a dejar que otros nos acaricien. Eliminemos la trampa mental de pensar “yo no necesito a nadie ni nada”.
Si primero nos aceptamos a nosotros mismos, no nos boicoteamos y nos consideramos merecedores de recibir afecto, amor y caricias, podremos nosotros también dar caricias, amar y expresarnos sin prejuicios ni tapujos.
Tenemos que aprender a sortear la trampa de la indiferencia y el desamor hacia nosotros mismos.
· La confianza es el mimo que tu cuerpo y tu alma necesitan para alcanzar los mejores resultados y sobrepasar los desafíos más increíbles. Autoconfianza es también una caricia para el alma.
· La confianza en ti mismo es la caricia y empuje que necesitas para creer que todo te saldrá bien. A la confianza, como a las caricias, no hay que entenderla, hay que sentirla, vivirla y gozarla.
· La autoconfianza te abraza mentalmente con nuevos sueños, desafíos, proyectos y visiones. Fortalece tu estima, te valora, te empuja.
· La autoconfianza te hace competente. La seguridad en ti mismo hará que te respetes, que te ames, y que aprendas a confiar en tu potencial. Crea una autovaloración positiva de tu vida.
Aquel que hoy ves que está primero en la carrera, no está allí porque tuvo más suerte que tú, sino porque supo aprender a amarse, a felicitarse, a respetarse; es aquel que aprendió a dejar atrás el perfeccionismo pero se permite ser excelente; es quien no se quedó a vivir en la insatisfacción o la derrota; es aquel que supo elegir por sí mismo y esta elección lo habilitó para tomar las mejores decisiones y estar primero en la línea de llegada.
No autoboicotearme es acariciarme y permitir que me acaricien.
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