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21 sept 2015

EL NIÑO COMO MAESTRO

Algo que diferencia nuestro mundo adulto del que habitábamos cuando éramos niños, es LA DUDA; en algún momento dejamos de creer... siendo niños, podíamos creerlo todo, ahora no, eso nos expone, nos hace vulnerables y entonces nos vemos obligados a construir murallas, corazas, duras pieles que nos cubren, capa tras capa. 
Esto aparenta ser una buena medida: NADA VA A LASTIMARME.
NADA más alejado... sólo nos separamos de la Fuente, de la Luz... de nuestro inocente y maravilloso niño, que siempre estuvo dispuesto a amar y a evolucionar.

Como adultos, mamás, papás, maestros, nos merecemos este nuevo aprendizaje de ver en esos niños con los que convivimos a diario, al maestro que hemos perdido; al que buscamos en un afuera demasiado lejano... en un afuera que no nos pertenece.
Hay un camino que podemos elegir construir para que nuestra alma se regocije, un camino que implicará un "buscarnos", perdonarnos, aceptarnos, liberarnos y proponernos soltar nuestro viejo... viejísimo SISTEMA DE CREENCIAS. 

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