Mientras paseaba por mi barrio vi sobre el suelo la forma en la que dos pájaros peleaban encarnizadamente. Como nunca había presenciado “tan grotesca” situación y ya que estaban muy concentrados en su contienda pude observarlos de cerca y con detenimiento hasta que yo misma decidí que no la soportaba más. ¿Por qué rechacé tanto la vista de ese cuadro? Porque asocio la imagen de los pájaros sólo a la belleza, a la calma, a la naturaleza y a la pureza, pero jamás a la agresión y a la lucha por la vida, a la rivalidad o a la competencia. No pude, ¡ni un poco!, elaborar esa situación debido a mi propia ignorancia que hacía que viera a la lucha por la vida disociada de las más bellas y deseables cualidades de nuestra existencia.
Mientras más días vivamos, más serán los duros desafíos que atravesaremos, y no sólo nosotros los humanos, sino todo ser viviente que habita el planeta. Siempre atravesaremos días en los que nadie podrá ayudarnos, en el que no veremos cuáles son las pistas para seguir andando una vida apropiada. Habrá días en los que,a solas, tendremos que atravesar por una intervención médica difícil o quizás estemos acompañados pero será el día de nuestra propia muerte. Vendrá también un primer día en el que comencemos nuestra vida afuera de la casa de nuestros padres, o en el que tengamos que salir a buscar nuestro primer trabajo, en el que estemos solos luego de un divorcio, o en los que pasemos hambre o una soledad no elegida ni placentera.
Por otra parte, es nuestra costumbre pensar al heroísmo como algo que sólo sucede en las vidas de otros o en los cuentos y leyendas, no nos darnos cuenta que éstos se crearon bajo la inspiración de las luchas que TODOS vivimos en la simple vida cotidiana. Y así, a medida que juntamos años de vida, también tendremos más oportunidades para aprender y aumentar el coraje y la fuerza que contenemos en nuestro corazón, al igual que muchos pudieron antes y lo seguirán haciendo.
La vida se nos hará mucho más difícil si sólo escuchamos las vocecitas internas que nos juzgan y critican severamente y nos vacían del valor que tiene en sí mismo cada reto, por más pequeño o más grande que éste sea. Sufriremos más por desperdiciar cualidades (sin darnos cuenta) y sólo tomar en cuenta la negatividad de todas las situaciones que vivimos, nuestras fallas y supuestos defectos, si consideramos que sólo los demás saben hacer bien las cosas.
Los invito a hacer un ejercicio. Tomen lápiz y papel y escriban, año por año, cuáles fueron sus luchas, sus logros y los aprendizajes ganados a costa de TODO lo que vivieron, e incluyan los supuestos fracasos. ¿Por qué tomarnos la molestia de rehacer un trabajo que es seguro que hicimos ya tantas veces? Es que nos olvidamos tan fácilmente lo que ya sabemos. Pasamos por alto tan rápidamente lo que ya tenemos en nuestro interior que los resultados de nuestros logros yacen bloqueados y dormidos en nuestro interior sin ser valorados por nosotros mismos.
Así como los pájaros, todos tenemos miedo, somos lastimados, nos duele el cuerpo y el alma algunas veces y además contenemos mucha belleza. Por eso, revisen los cuadernos de la propia vida, y reescriban la historia tomando conciencia de todo lo que aprendieron, tal vez puedan regocijarse con ustedes mismos dándose cuenta que ni siquiera necesitan maestros: ustedes son los pequeños grandes héroes de la vida cotidiana.
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