Hace unos días aprendimos que “recordar” es pasar a alguien por tu corazón otra vez. Pero ¿qué pasa si al hacerlo te duele? La respuesta es simple, lo que sucede en ese caso es que no has perdonado.
Cuando eres capaz de “recordar sin dolor” puedes felicitarte porque eres libre, porque has dado un gigantesco paso hacia tu sanación. Si llega el momento en que puedes pensar en el episodio, reconociendo el dolor que te causó, asumiendo tu responsabilidad y aceptando que la otra persona hizo lo mejor que pudo con el grado de conciencia que tenía en ese momento, te darás cuenta que ya no duele porque aprendiste que la vida siempre es buena y te enseña que detrás de un amargo momento hay una gran enseñanza.
Activa tu gratitud por lo que eres, suelta el pasado y comprométete a trabajar en ti para que cada día puedas ser más feliz. El acto del perdón es una gesto sublime de amor incondicional por ti mismo, no por el otro porque el único que se envenena con la falta de perdón eres tú.
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