En mis años – no muy largos – la vida me ha enseñado que cada tropiezo, cada golpe y cada herida viene con un propósito intrínseco. Las cosas no ocurren al azar, por que sí, o porque el universo simplemente se puso en tu contra para verte derrotado. ¡No! Me rehúso a creerlo; porque con cada tropiezo, golpe y herida he aprendido, he crecido y he madurado.
Cada vez que me he levantado del suelo, he caminado mas erguida, evadiendo las piedrecillas en el camino. Cada golpe y herida me ha hecho mas humilde y mi corazón sensible. Cada una de ellas me ha enseñado a mirar hacia arriba y entender que de rodillas se libran las batallas mas duras y los gigantes mas fuertes tienen que caer.Hoy veo cada una de mis cicatrices, imperfecciones y discapacidades con orgullo porque me recuerdan de dónde he venido. Me muestran el camino pedregoso por el que caminé y el futuro, que aunque incierto, de seguro que con el Poderoso venceré y alcanzaré.
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