Nos enseñan desde pequeñitos que el amor llegará un día montado en un corcel, que es un príncipe, generalmente azul, lleno de hermosas cualidades y que cuando se presente no conocerás la tristeza porque de ahí en adelante todo será felicidad… ¿Mentira? Depende. Creo que todo es verdad, excepto en que quizá buscamos a ese príncipe en el lugar equivocado.
Deambulamos por la vida sintiéndonos infelices e incompletos. Esperamos que venga otro ser a completarnos y a darnos la tan ansiada felicidad y cuando creemos haberlo encontrado por fin, a poco andar nos sentimos decepcionados porque en realidad no era lo que anhelábamos. Seguimos buscando y a muchos se les va la vida en esa búsqueda y jamás encuentran ese gran amor. Y los que al fin lo encontramos, nos recriminamos por no haber sido capaces de verlo si estaba ahí… justo en la punta de nuestra nariz y no fuimos capaces de olerlo ni verlo.
El gran amor de nuestras vidas viene de nosotros hacia nosotros mismos y no es narcisismo sino la realidad de nuestra existencia terrenal.
Amarse va mucho más allá que mimar al cuerpo sino que es mimar al alma.
Amarse es la aceptación total.
Amarse es amar tus ojos, tu pelo, tu sonrisa, tu infancia, tu presencia y ausencia de cualidades, tus experiencias pasadas, tus aciertos, tus errores.
Amarse significa, primero conocerse, luego aceptarse en todo lo que somos, sin negar nuestras miserias y comprendiendo nuestra humanidad imperfecta.
Si me amo, no le entrego el poder a “otro” para que sea el dueño de mi felicidad.
Si me amo, mi alegría y mi tristeza no dependerán de los demás.
Si me amo, seré consecuente con mis actos.
Si me amo, procuraré ser feliz cada día de mi vida.
El amor es incondicional así que nuestro amor hacia nosotros mismos debe estar por sobre toda limitación humana.
¿Cuesta amarse? No resulta nada fácil este trabajo de aprender a amarnos a medida que nos vamos conociendo con nuestras luces y sombras…
“Tú no eres un ser incompleto… No necesitas la completación de otro porque tú lo tienes todo muy dentro de ti”. Aprende a amarte. ¡Nunca es tarde para empezar a darnos aquello que siempre hemos anhelado!
Deambulamos por la vida sintiéndonos infelices e incompletos. Esperamos que venga otro ser a completarnos y a darnos la tan ansiada felicidad y cuando creemos haberlo encontrado por fin, a poco andar nos sentimos decepcionados porque en realidad no era lo que anhelábamos. Seguimos buscando y a muchos se les va la vida en esa búsqueda y jamás encuentran ese gran amor. Y los que al fin lo encontramos, nos recriminamos por no haber sido capaces de verlo si estaba ahí… justo en la punta de nuestra nariz y no fuimos capaces de olerlo ni verlo.
El gran amor de nuestras vidas viene de nosotros hacia nosotros mismos y no es narcisismo sino la realidad de nuestra existencia terrenal.
Amarse va mucho más allá que mimar al cuerpo sino que es mimar al alma.
Amarse es la aceptación total.
Amarse es amar tus ojos, tu pelo, tu sonrisa, tu infancia, tu presencia y ausencia de cualidades, tus experiencias pasadas, tus aciertos, tus errores.
Amarse significa, primero conocerse, luego aceptarse en todo lo que somos, sin negar nuestras miserias y comprendiendo nuestra humanidad imperfecta.
Si me amo, no le entrego el poder a “otro” para que sea el dueño de mi felicidad.
Si me amo, mi alegría y mi tristeza no dependerán de los demás.
Si me amo, seré consecuente con mis actos.
Si me amo, procuraré ser feliz cada día de mi vida.
El amor es incondicional así que nuestro amor hacia nosotros mismos debe estar por sobre toda limitación humana.
¿Cuesta amarse? No resulta nada fácil este trabajo de aprender a amarnos a medida que nos vamos conociendo con nuestras luces y sombras…
“Tú no eres un ser incompleto… No necesitas la completación de otro porque tú lo tienes todo muy dentro de ti”. Aprende a amarte. ¡Nunca es tarde para empezar a darnos aquello que siempre hemos anhelado!
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