Siempre anude, muchas formas de ver las cosas y fui un poco egoísta con las mías, no entendía, que parar era parte del proceso.
Que todo lo que llegaba era un parte más de lo que alguna ves deje, por instinto
El camino siempre se marcó solo, yo me alejaba de todo lo que podía traer viejos patrones de una vida, agotada, vacía y a veces frustrada.
Pero ese era mí mundo, mí suelo, mí transparencia con lo que llevaba en el pecho, cada ves que se detenía un segundo y volvía a latir con fuerza
Para mí era normal, nadie notaba que me costaba adaptarme y que lo ocultaba en conductas similares a una niña fuera de su eje, que no relacionaba amor con cariño, simplemente, era solo una palabra que jamás la usaba y eso también estaba bien
Eso me llevo a alejar, a no reaccionar, a ocultar y a veces fingir que mí vida era simple y retocada con aires de felicidad
Un día sentí vacío, pero no interno, vacío existencial, vacío de querer, vacío de estados de ánimo, todo me daba igual
Cambie esa forma de sentir las relaciones, padre, madre, hijo y mí entorno en sí
Me enfoque en cambiar, cada momento y lo volví particular, sentir las sensaciones, volverlas únicas y con un propósito
No quería ser otra, si no ser la que callaba por dentro y salió un día con tanta fuerza que me amé, por primera ves, acepté que era yo la que debía aprender a amarme, para comprender que era lo que sentía a mí alrededor
Deje de odiar, de maldecir, de esperar y confíe que todo lo que hoy estoy aprendiendo y lo seguiré haciendo es la fuente de mi fuerza
Cada momento su tiempo y cada tiempo su momento
Así empecé a despertar de ese indeseable sueño que un día me despertó a gritos...
Cómo siempre digo, no juzgues, porqué algún día te puede pasar a vos
Porque no sabes que tan fuerte puede ser para una persona, hablar, caminar entre la gente, salir y sentirse abrumada con las voces y los ruidos
No todo siempre es lo que parece...
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