Tú cuando te levantas, descansada, nunca piensas en la cantidad de tareas que tienes que hacer a lo largo de un día. Simplemente las haces y ya está.
Ahora imagina que esa energía yo la tengo que repartir a lo largo del día y que cada tarea me cuesta una cantidad de energía.
Pongamos que esas dosis de energía son cucharas. Cada tarea que hagas te cuesta una serie de cucharas.
En un día bueno pongamos que tienes 12 cucharas.
1.- Levantarte y desayunar supone una cuchara.
2.-Ducharte y asearte otra cuchara.
3.-Vestirte, 1 cuchara, ya que seguramente tengas que sacar todo tu armario hasta dar con algo que te quepa o con lo que te veas bien puesto que hay días que estás más hinchada, por el tratamiento que tomamos.
4.-Si eres de las personas que hacen la cama y quieren dejar un poco recogido todo lo que has usado antes de salir de casa, resta otra cuchara por cada tarea.
5.-Ir al trabajo…Hay que quitar una cuchara por cada 30 minutos que tardes en llegar, para un enfermo crónico supone un consumo extra de energía el tema de andar, coger el metro o autobús. Así, si tardas 1 hora en llegar a la oficina, te quitas 2 cucharas.
¡Pero si no he empezado la jornada laboral y ya he consumido la mitad de las cucharas!
6.-Cada hora de trabajo equivale a 1 cuchara, ya que se te junta la energía que gastas en realizar tus tareas, el estrés y el esfuerzo extra que haces al llevarlas a cabo con la neblina mental que nos caracteriza.
De modo que si tienes una jornada de 8 horas...
¡No quedan cucharas!
Y, ¿qué haces ahora?
Estás en mitad de tu jornada laboral y no puedes marcharte sin más. Bueno, no te apures. Puedes “robar” las cucharas de mañana y hacer un esfuerzo. Pero...¡Cuidado!
Las cucharas que “robes” hoy, no las puedes recuperar mañana. Si para sobrevivir el día de hoy le quitas 3 cucharas a tu día de mañana, entonces mañana tendrás solo 9 cucharas en vez de las 12 iniciales y así cada día que te pases de las cucharas disponibles.
Un buen consejo es quedarse cada día con una cucharada de reserva, pues nunca se sabe qué imprevisto nos puede suceder.
¡No gastes más cucharas de las que tienes!
Hay veces que no tienes más remedio que hacerlo, pero no te olvides que quitar cucharas al mañana y siguientes días hace que acabes cayendo en un nuevo brote que te dejará fuera de combate durante un buen periodo de tiempo.
Algunos días tenemos que emplear 2 cucharas sólo para levantarnos. El estrés, las preocupaciones, el miedo y la ansiedad también consumen cucharas. Así que en esas circunstancias, andamos cortos.
¿Y esos compromisos inevitables que todos tenemos y de los que es imposible escapar? Si tenemos un evento familiar o con amigos, la persona sana se lo puede tomar como una fiesta pero un enfermo crónico puede echarse a temblar porque simplemente:
"No tenemos o no nos quedan suficientes cucharas."
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