¿Cuánto se nos exige?
Cuándo tu grado de fibromialgia es severo, y sin necesidad de serlo existen más días grises, qué soleados aúnque nuestra fortaleza disipe los nubarrones del horizonte.
Cuándo tienes un día mediocre (no me gusta la palabra malo/a bajo ningún concepto) te levantas y haces el esfuerzo increíble de seguir y de no parar, nunca parar...
Convives con el miedo de que si paras y
a no podrás levantar.
A pesar del esfuerzo increíble que haces, lo que no puedes conseguir es quitarte de tu cara el dolor y aúnque pasen veinte años siempre la misma pregunta...
Siempre preguntas...
Preguntas que no quieres contestar por que quieres seguir...
No quieres darle tregua a la enfermedad, a la auto compasión y ya ni a las explicaciones.
Porqué tu entorno se sienta culpable por no estar a la altura, por no colaborar...
Por no aliviar la carga diaria de trabajo nacen esa preguntas...
Preguntas qué podrían ser el principio de grandes conflictos y que prefieres obviar por que ya a estas alturas sabes y tienes muy claro a donde vas y adonde te diriges...
Hacia tu libertad, y habiéndote desecho de tus sentimientos de culpabilidad y sintiéndote orgullosa de que tu esfuerzo personal y diario es enorme; que das más de lo que cualquier persona sana pueda hacer.
Ya no piensas cargar con los sentimientos de culpabilidad de las preguntas de tu gente cercana...o de sus silencios...
Indiferencia ya sientes indiferencia, una indiferencia que te hace más fuerte, más libre.
Por que aún estando sano nadie tiene la obligación de reir las 24 horas y pudiéndolo hacer no la practican ni una.
Preguntas que esconden el remordimiento, el remordimiento de lo que los demás podrían hacer por aliviar tu carga y se desentienden con una amable pregunta.
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