Todos somos diferentes y a veces iguales.
Todos tuvimos un camino duro...
Con pérdidas.
Un camino que es cómo el agua.
Fresco y liviano.
Pero todos.
Todos pasamos por un mismo lugar.
El de la esperanza.
El del sueño.
El de la alegría y la tristeza.
El de amar hasta los huesos.
El camino de aprender.
El de enseñar.
El de ser uno con lo que aprende.
Y yo personalmente...
Aprendí de paciencia.
Cuándo ardía a gritos por dentro.
Aprendí a esperar...
Cuándo me quedé sentada
Sola en una esquina y nunca llegó.
Aprendí a superar...
Cuándo me di por vencida.
Y con todos los pañuelos desechados.
Volví a empezar...
Tengo tanto que agradecer.
Tanto para dar.
Qué lo aprendí de aquél...
Qué me dio la espalda.
Y todos alguna ves fuimos.
Heridos
Traicionados
Allí se conoce
La grandeza
La paciencia
El valor de cada momento.
De cada suspiró.
Aprendí a escuchar la palabra del otro.
Qué cómo muchos, no escuchan.
Sólo piensan que van a responder.
Y cuándo me senté a leer mis primeras letras.
Conocí las lágrimas en el oyente.
La alegría
La luz de cada rostro.
Todos en algún momento somos iguales...
Pero si hay algo que no todos tienen.
Y se aprende.
Es ser compasivo.
Calmó con humildad
Y dignidad.
Eso no lo conocí en todas las personas.
Y es algo tan bello...
Qué de a poco se está perdiendo ...
En definitiva...
Y pensante...
Todos no somos iguales.
Pero al final.
Vamos al mismo lugar...
Natalia Yarad
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