Escrito por un médico,que me encantaría conocer:
Todos nacemos “sanos”.
Sólo el 5% de los nacimientos presentan enfermedades congénitas.
O sea, que el 95% “adquieren” las enfermedades a lo largo de la vida.
Cuándo nacemos todos traemos la memoria ancestral, familiar, sobre todo de nuestra madre y abuela, porque ellas dan los ovocitos a la nieta e hija, y transmiten esa herencia.
Y todas las vicisitudes que pasó la madre cuando estaba embarazada, eso también se transmite al feto.
En los seis a siete años de vida, queda grabado en la memoria, todo lo aprendido, malo o bueno.
Nuestros padres nos han dado lo mejor que tenían, de acuerdo a su cultura, conocimientos y herramientas disponibles.
No debemos culparlos.
Los pacientes con FM son vulnerables, por lo heredado y por su historia personal también, porque les han pasado cosas y han “aprendido” determinadas formas de conducta, actitudes, hábitos que han sido adoptados por imitación, aprendizaje de sus padres y educadores.
Y han ocurrido abusos físicos y psicológicos, abandonos, humillaciones, vergüenzas, miedos, creencias, culpas, etc., que se graban en circuitos neuronales en el cerebro.
También han aprendido a ser responsables, hiperactivos, hipervigilantes, exigentes, a veces obsesivos y esto porque uno o los dos padres son así.
No pueden estar sin hacer nada, no se permiten el descanso, no pueden ver el desorden, están a disposición de los demás, se creen la “mujer maravilla” o “superman”, no saben decir NO, nadie hace las cosas como ellas.
Todo esto va generando una personalidad fibromiálgica, que sólo genera más estrés.
Y empiezan a aparecer los primeros síntomas, en forma de dolor de cabeza, dolor cervical, dolor lumbar, dolores en el cuerpo que antes no tenían, dificultades para conciliar el sueño y despertares frecuentes, con un sueño no reparador.
Se despiertan más cansadas de lo que se acostaron, y el dolor y la fatiga será la constante con altibajos, todos los días. Cuando se despiertan sienten el cuerpo tullido, entumecido, como si les hubieran dado una paliza o les hubiera pasado un tren por encima.
Esto les dificulta comenzar la jornada y ponerse en actividad. Hay quienes tienen que ayudarles a vestir, y una ducha tibia puede ser salvadora. Al principio van a su trabajo con todas estas dificultades, porque tienen que estar a disposición de los demás y se creen la mujer maravilla, a pesar de que su cuerpo no les responde.
El dolor se siente en los músculos, ligamentos y tendones, no es articular, ni óseo, pero el origen del dolor está en el cerebro donde está grabado y existe un síndrome de sensibilización central que lo explica.
Las vías del dolor ascendentes y descendentes está hiperexcitadas, y frente a cualquier situación de peligro real o aparente que genere estrés, se dispara el dolor.
Luego se van sumando otros síntomas, todos subjetivos, rigidez muscular, se sienten como un robot, hormigueos en brazos y piernas, síndrome de piernas inquietas, vértigos, colon irritable, intolerancia a la luz, ruidos, olores, sensación de opresión en el pecho, palpitaciones, disminución del apetito sexual, dificultades en la memoria reciente, dificultad para concentrarse, le molestan las ropas apretadas, los abrazos, fluctuaciones de peso, sensación de estar hinchada, etc.
Y se sienten raras, “yo no era así, algo me pasa” y los demás las ven “bien” y eso hace que los familiares y compañeros de trabajo les digan “qué te pasa”, o estás “psiquiátrica”, hipocondríaca, etc.
Y lo más triste es que si van a un médico poco entendido en FM, no les encuentra nada, o les hace estudios de todo tipo, muchas veces normales, y esos médicos también les dicen “no tenés nada”.
Todo esto trae incomprensión, frustración, desazón, ansiedad, depresión, por sentirse mal y no ser entendidas.
Y cada vez que tienen un evento de estrés psicoemocional, esos circuitos neuronales que dijimos que están instalados en el cerebro, el cerebro lo interpreta cómo una amenaza o peligro y envía señales a la periferia, de más dolor.
El desencadenamiento de la enfermedad y los empujes, siempre están relacionados con eventos de estrés psicoemocionales.
Y toman pastillas, y nada les calma, y siguen viendo a otros especialistas, hasta que alguno que sabe FM le dice el diagnóstico; y acá pueden haber pasado de 2 a 6 años, y a veces, más.
Y el recibir el diagnóstico las perturba, pero a otras les significa un gran alivio, por tener un diagnóstico y no un cáncer a los huesos.
Es muy común que tomen mucha medicación, indicada por el reumatólogo, psiquiatra, etc.
Y el tiempo pasa y no mejoran porque la mayoría de los médicos utilizan sólo medicamentos, y está demostrado que ningún medicamento es efectivo en la FM. Pueden sentir un alivio parcial o transitorio, pero nosotros hablamos de curación, que es posible, pero hay que utilizar otras herramientas, psicoterapia, respiración, relajación, gestión emocional, actividad física de bajo impacto, reglada y adaptada, actividades recreativas y placenteras, grupos de ayuda mutua, etc.
Viven en un medio hostil, que cada día es igual al anterior, mientras no cambien. Y viene la desesperanza, la indefensión aprendida, la frustración, el no saber qué hacer. Se dan cuenta que ya no son las mismas de antes, y están agotadas, cansadas, doloridas, no duermen y todo esto estresa más, generando un círculo vicioso negativo. Y sienten ansiedad, baja autoestima, depresión. Son víctimas de los demás, porque les exigen y aceptan, y a su vez victimarias de sí mismas, porque siempre hacen más de lo mismo.
La incomprensión familiar es un drama, lo mismo que la de los médicos. A veces, no tienen con quien hablar, para encontrar una luz en su camino.
Nadie les explica lo que les pasa, por qué les pasa y qué deben cambiar. Y cambiar es difícil, porque se creen perfectas, que los equivocados son los otros, y que ellas son la mujer maravilla, y cómo les pudo haber pasado esto. Qué mal hicieron, quién les envió esta peste tan horrible. Y lloran a solas, frustradas, con rabia contenida, sin ver un futuro mejor.
Y llega la hora de acostarse y es un suplicio, no pueden comenzar a dormir, a pesar de estar cansadas, agotadas, doloridas, y entonces en ese desvelo, vienen a la mente muchas preocupaciones, que menos hace que puedan dormir, y piensan en todo lo que tienen que hacer al otro día, y menos duermen. Tenía una paciente que dormía nerviosa, se despertaba a cada rato, porque se tenía que levantar temprano y como era muy responsable no podía llegar tarde. Un día se me ocurrió preguntarle si utilizaba un despertador, me dijo que no. Entonces le indiqué un despertador y que confiera en él, que la iba a llamar y que mientras durmiera tranquila. Esto demuestra el estado de hiperactividad, estrés, ansiedad que tienen.
En nuestra consulta, en donde hacemos una historia completa y preguntamos todo lo que tiene que saber un médico integral, siempre aparece alguna herida emocional, y el llanto es muy común. Es muy frecuente la culpa, los miedos, las creencias, rabia, eventos estresantes traumáticos desde la niñez, no resueltos, etc. También pueden tener antecedentes de crisis de pánico y eventos de estrés postraumáticos.
Luego hacemos un examen físico completo para diagnosticar la FM si se desconocía que la tuviera, o lo confirmamos si ya había sido realizado. Después explicamos y damos pautas y consejos para comenzar a cambiar y poder salir de a poco de esta situación. La primera consulta nos lleva una hora y media y a veces más. Por eso es muy difícil atender y tratar una enfermedad tan compleja como la FM en el sistema mutual, en donde hay que ver de cuatro a seis pacientes en una hora. Salvo que hubiera un equipo interdisciplinario adiestrado, que integramos en su momento en una mutualista hace años, donde funcionó 6 años en forma eficiente, integrado por Reumatólogo, Fisiatra, Psiquiatra, Fisioterapeuta, Psicólogo.
Esto no es magia, es un proceso, que lleva el tiempo necesario, diferente a cada paciente, para cambiar actitudes, hábitos, cosa que no es tan fácil, pero posible y el premio es muy grande, sentirse bien, tener bienestar, ser libres de ataduras.
Y hay que acompañar al paciente en este proceso de cambio, y lo controlamos una vez al mes y luego en forma más espaciada.
Tienen que aprender a desaprender viejas conductas y reaprender nuevas. Si no, la vida seguirá igual y cada día será una fotocopia del anterior. Hay que agradecer a la enfermedad que está diciendo que algo están haciendo mal, pero hay que darse cuenta de ello y cambiar. Y amigarse con la enfermedad, conocerla, ya que ella les va a ayudar a salir de este pantano.
La FM para la medicina clásica, convencional, es una enfermedad neurológica, pero a los neurólogos parece no interesarles, los más capacitados son los reumatólogos, pero realmente para la medicina integral, holística, es una enfermedad psiconeuroinmunoendócrina.