Las curanderas de los cuentos de hadas suelen simbolizar una parte serena e imperturbable de la psique. Aunque por fuera el mundo se caiga en pedazos, la curandera interior se mantiene inalterada y conserva la calma necesaria para poder establecer la mejor manera de seguir adelante. Todas las mujeres tienen en su psique a esta “mediadora”. Forma parte de la psique salvaje y natural y tiene carácter innato, Si hemos perdido la pista de su paradero, la podemos recuperar examinando con calma la causa que provoca nuestra furia, proyectándonos hacía el futuro y, desde esa posición estratégica, estableciendo qué nos haría sentirnos orgullosas de nuestra conducta pasada para actuar de la misma manera...
Tenemos que utilizar la cólera como fuerza creativa. Tenemos que utilizarla para cambiar, desarrollar y proteger. Por consiguiente, tanto si una mujer está abordando la exasperación del momento con un arrebato como si lo hace con alguna forma de prolongada y dolorosa quemadura, la perspectiva de la curandera es la misma: cuando hay serenidad, puede haber aprendizaje y soluciones creativas; en cambio, si hay un violento incendio por dentro o por fuera, éste lo quema todo y no deja más que cenizas. Tenemos que poder contemplar nuestras acciones pasadas con honor. Tenemos que buscar la utilidad de nuestro enojo.
Aunque es cierto que a veces necesitamos desahogar nuestra furia antes de poder pasar a una serenidad aleccionadora, debemos hacerlo con cierto comedimiento. De lo contrario, sería algo así como arrojar una cerilla encendida a un charco de gasolina. La curandera dice que sí, que la cólera se puede cambiar, pero hace falta algo perteneciente a otro mundo, algo perteneciente al mundo instintivo, el mundo en el que los animales todavía hablan y el espíritu vive, algo perteneciente a la imaginación humana...
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