"No hay nada mejor para empezar el día que una sonrisa que ilumine tu camino". Y a veces puede resultarnos no tan fácil, porque amanecemos diferentes cada día; pero si estamos en paz con nosotros mismos y con la vida en nuestro interior, ese niño interno que despierta al mismo tiempo nos ayudara a encontrar esa risa.
Puede que odies madrugar y eso te ponga de mal humor. ¿Qué logras haciéndolo? Te estropeas el día a ti mismo y a todos quienes te rodean. Busca una mejor opción, levántate y haz aquello que más te gusta hacer durante el día: para algunos será correr, para otros caminar, o tomar una ducha, escuchar música y bailar, comer un rico desayuno, ir al gimnasio, leer los matutinos, escoge lo que más te gusta y hazlo cada mañana o altérnalos, y verás como el resto del día cambia.
Para mí es levantarme, abrir las ventanas, dejar entrar el aire y el sol matinal, practicar yoga o a veces correr, respirar, meditar una buena ducha de agua tibia, un desayuno liviano con música, y si estoy con ganas la radio y listo. Preparada a empezar el día con una Sonrisa en mi cara.
Quizás el colectivo, tren o subte o metro que debes tomarte para llegar a trabajar viene repleto de gente y debes viajar apretujado. Trata de no encerrarte en ti mismo ni de ponerte tus auriculares, no te enfunfurruñes o cabrees, como solía decir mi abuela. Mira a tu alrededor, a todos aquellos que viajan contigo, observa sus caras, trata por sus expresiones de adivinar o sentir lo que ellos sienten. Siempre viaja algún niño, parado junto a ti o muy cercano, con su mochila o morral al hombro camino a la escuela ¿Te acordás cuando vos eras él? Hazlo, recuérdate a su edad, y verás como una sonrisa inesperada aparece en tu cara.
Hoy tu jefe tiene un mal día, te diste cuenta en el momento que atravesaste la puerta de la oficina y lo saludaste alegremente para que él te respondiera con apenas un gruñido. ¿Sabías que ese podrías haber sido vos? El que hubiera amanecido así malhumorado, si no te hubieras propuesto ser feliz y disfrutar al máximo posible este nuevo día. No te enganches, no dejes que te penetre el espíritu la locura ajena, enfócate en tu trabajo, ponte música armoniosa que acompañe tu día, con suerte se le pasará, y sino problema de él, no tuyo.
¿Y qué si hiciste el ridículo al preguntarle a la mujer de un amigo si estaba embarazada? Para que ella te contestara que no, que simplemente estaba gorda. ¿Sabes a cuántos nos ha pasado? Y tal vez hemos hecho o dicho cosas que nos han dejado aun en peor ridículo. Tómatelo con humor, ríete de ti mismo y de la situación, pídele disculpas con una sonrisa y dile, “- Si esta boca aprendiera a cerrarse a tiempo ¡cuántas moscas sobrevivirían!”.
Saber reírse de uno mismo es parte de la vida Existe una frase de autor desconocido para mí que dice: “Afortunado el hombre que se ríe de sí mismo, ya que nunca le faltará motivo de diversión.”
A veces, sonreír es la más sencilla y mejor forma que tenemos de contribuir a cambiar el mundo. Dios debería tener en cada esquina, en cada casa, en ascensor, en cada estación, en cada lugar del mundo donde habitamos los seres humanos un cartelito que dijera: “Sonríe, desde aquí arriba te estamos filmando.”
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