"Al final, cualquier mujer que permanezca demasiado tiempo alejada de su hogar espiritual, se cansa. Tal como debe ser. Entonces busca de nuevo su piel para recuperar el sentido del yo y del alma y restaurar su perspicaz y oceánica sabiduría. Este gran ciclo de ir y volver, ir y volver, posee en el interior de la naturaleza instintiva femenina un carácter reflejo y es innato en todas las mujeres a lo largo de toda la vida, desde la infancia, la adolescencia y la edad adulta, pasando por el amor, la maternidad, el arte y la sabiduría hasta llegar a la vejez y más allá de ésta. Estas fases no tienen por qué ser necesariamente cronológicas, pues muchas veces las mujeres de mediana edad son unas recién nacidas, las ancianas son unas amantes apasionadas y las niñas pequeñas saben muchas cosas acerca de los encantamientos de las brujas.
Una y otra vez perdemos esta sensación de encontrarnos por entero en nuestra piel por los motivos ya mencionados y también a causa de un prolongado cautiverio. Las que se esfuerzan demasiado y sin el menor descanso también corren peligro. La piel del alma se desvanece cuando no prestamos atención a lo que estamos haciendo y, sobre todo, a lo que ello nos cuesta."
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