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22 nov 2015

Cuestión de vivir


Hay un poema muy conocido que muchos atribuyen a Borges. Otros dicen que su autor real podría ser Don Herold o Nadine Stair; y otros lo califican como anónimo.
El poema fue titulado "Momentos" y aunque estoy segura que la gran mayoría de ustedes lo ha leído, igualmente lo transcribo para aquellos que lo desconocían.
Momentos
Si pudiera vivir nuevamente mi vida, en la próxima trataría de cometer más errores. No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más. Sería más tonto de lo que he sido, de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad. Sería menos higiénico.
Correría más riesgos, haría más viajes, contemplaría más atardeceres, subiría más montañas, nadaría más ríos. Iría a más lugares a donde nunca he ido, comería más helados y menos habas, tendría más problemas reales y menos imaginarios.

Yo fui una de esas personas que vivió sensata y prolífica mente cada minuto de su vida; claro que tuve momentos de alegría. Pero si pudiera volver atrás trataría de tener solamente buenos momentos. Por si no lo saben, de eso está hecha la vida, sólo de momentos; no te pierdas el ahora.
Yo era uno de esos que nunca iban a ninguna parte sin un termómetro, una bolsa de agua caliente, un paraguas y un paracaídas; si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.
Si pudiera volver a vivir comenzaría a andar descalzo a principios de la primavera y seguiría descalzo hasta concluir el otoño. Daría más vueltas en calesita, contemplaría más amaneceres, y jugaría con más niños, si tuviera otra vez vida por delante.
Pero ya ven, tengo 85 años... y sé que me estoy muriendo.
Más allá de la belleza de las escrituras de Borges o de quien sea, no puedo dejar de sentir pena por quien sea las haya plasmado en papel.
Cuánta tristeza ha de producir el ver y sentir al final de nuestros días que nos vamos insatisfechos, que vivimos, amamos e hicimos un cuarto, tal vez con suerte solo el cincuenta por ciento de lo hubiéramos deseado haber hecho de nuestra vida. Que en nombre de la sensatez, el sentido común, las convenciones sociales y a veces también de los prejuicios sacrificamos nuestra felicidad de cada día.
Amo este poema, su enseñanza es de una inmensidad que creo pocos saben apreciar. De hecho así como El Principito es mi libro de cabecera, a este poema lo tengo en un señalador que utilizo para marcar en todos los libros que leo. Es un recuerdo permanente de aquello en lo que NO QUIERO que se convierta mi vida, que se va a ser longeva.
Quiero llegar al final de mis días feliz y sin remordimientos por lo que dejé de hacer, quiero seguir viviendo al cien por ciento cada uno de los momentos que acontecen en mis días, como si este fuera el último.
Quiero vivir siguiendo mi corazón, alimentando mi espíritu, escuchando a mi voz y niño interior, divirtiéndome, riéndome, llorando, arriesgándome sin temor al qué dirán, a los otros, o a romper con las “convenciones sociales”.
Quiero vivir una vida PLENA, FELIZ y a MI MANERA.
Porque en el momento final, cuando sea mi hora de partir, solo seremos yo y el más allá. Solo a Dios y a mí misma he de rendirme cuentas. Y en ese preciso instante cuando mi alma abandone mi cuerpo, quiero poder mirar al cielo,al universo y a todos los seres amados que me acompañen en ese día tan especial y poder decir ¡GRACIAS! Gracias a la vida que me ha dado.
Que tengan un día de vivir al 100%!

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