No tengo edad para quedarme con las ganas,
no tengo ganas de escuchar lo que otros
piensan de mi, los respeto.
No creo en mis creencias
creo lo que siento, mis tripas nunca mienten.
No espero, no busco, encuentro cuando me encuentro
todo lo bueno e insustituible y también lo superfluo descartable.
Ya no pierdo tiempo ni espacios,
mis tiempos y mis espacios no me preocupan
los he ocupado habitándolos.
He dejado de necesitar cosas
me he conquistado a mi misma con mis carencias.
Las Personas de que me rodeo son mi mas valioso Tesoro
no hay nada que nos quede por decirnos
y aún lo no dicho, está mas que claro.
No sé, un día decidí...
Me sentía vacía y a la vez llena de ideas,
cosas, hábitos, gastos y despilfarro.
Estaba ausente, inconsistente y casi fantasmal.
Insolvente, dubitativa... Inconsciente.
Elegí empujada tal vez por la pena;
por el dolor lacerante que no le da tregua al sueño,
al insomnio seco desértico de la zona de confort;
por lo que sea, elegí.
Entendí que la única forma de Vivir es
haber podido Morir a todo, pero
básicamente a la inerte obsecuencia
de ser lo que se espera de Una.
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