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8 abr 2015

MI EXPERIENCIA CON LOS LÁCTEOS

Llevaba veintinueve años de mi vida tomando lácteos a diario. Y no me refiero únicamente a leche, quesos o yogures, sino también a los que están presentes en muchos otros alimentos: chocolates, galletas, bollería, postres, salsas… Como yo tenía problemas de huesos, necesitaba calcio, y por lo que yo tenía entendido, la leche era fundamental, me lo habían explicado en la facultad, ¡¿cómo iba a dejar de tomar lácteos?!

En los últimos años había notado que cuando tomaba leche entera o yogures elaborados con ella, me sentía pesada. Así que empecé a tomar desnatados. El sabor no era el mismo, pero casi que hasta me gustaban más, porque sabían menos a vaca. Después de un tiempo probando diferentes marcas, acabé por pasarme a la leche sin lactosa.No tenía diagnosticada mi enfermedad aún, pero tenía una hernia discal, escoliosis, hiperlordosis…, así que tenía unos dolores insoportables,llegaba a casa destrozada. Me dejaba caer en la cama o en el sofá y lejos de empezar a descansar, comenzaba el suplicio: las manos se dormían; yo no. Sentía hormigueo, entumecimiento, acorchamiento, calambres, dolor…, desde la mano hasta el codo. Quienes hayan tenido estos síntomas, saben lo desesperantes que son. Te impiden dormir, aparecen justo cuando estás tumbado/a, y son agotadores.Cuando empezaron esos síntomas yo no tomaba más medicación que algún antiinflamatorio o analgésico de vez en cuando, y realmente, no encontraba ninguna causa que me hubiese podido originar ese dolor en las manos. Realmente, ni siquiera le di mucha importancia. Creí que sería algo pasajero. Pero me equivoqué.El dolor lo tuve durante más de tres años, repitiéndose cada noche durante meses seguidos, con algún pequeño intervalo de remisión. En ese tiempo, habíamos introducido en mi tratamiento alguna medicación más, pero el hormigueo y el dolor eran prácticamente constantes independientemente de los cambios que introdujéramos en mi tratamiento, así que estábamos todos bastante desconcertados. Unos médicos creían que podía ser de la columna, otros de alguna medicación, alguno me habló del síndrome del túnel carpiano…, pero la verdad es que no teníamos ni idea de por qué me pasaba. Y lo peor para mí era que sin diagnóstico,no podía haber tratamiento, y en consecuencia, un alivio de esos síntomas que me impedían descansar por las noches y me dejaban muy resentida durante el día.
Mi vida siguió su camino, y cada vez era más frecuente verme con las manos vendadas y sin poder girar la manilla de una puerta o quitar el tapón de una botella -las navidades pasadas recuerdo que escribía con la mano izquierda,al escribir mi libro.Una nutricionista y empecé a seguir una alimentación macrobiótica -otro día les hablaré sobre ella- que evita entre otros alimentos los lácteos, los síntomas de las manos desaparecieron completamente, como por arte de magia. Han pasado ya cinco meses -desde que eliminé los lácteos de mi dieta.
no he vuelto a tener los síntomas ni un sólo día. Me siento, además, mucho menos cansada, con menos sueño y mucho más ligeraHa sido un gran descubrimiento.

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