Préstale atención a tu vida.
Date cuenta de lo insondable de su misterio.
Tanto en el aburrimiento y en el sufrimiento de la vida
como en el entusiasmo y en la alegría:
aprovecha el tacto, el gusto, el olfato,
para alcanzar ese núcleo sagrado y oculto de la vida
porque, en el fondo, todos los momentos son momentos
clave, y la vida, en sí misma, es pura gracia.
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