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22 feb 2021

DOLOR CRÒNICO...

"ENTIÉNDEME MEJOR"
Hoy quiero hablar de un tema importante, algo que mucha gente pasa por alto. 
El saber tratar y entender a un enfermo con dolor crónico. 
Aparentemente, pueden aparentar ser uno más en ésta sociedad dirigida por unos pocos que acaban dictando esas estúpidas reglas de lo que está bien o mal y de lo que puedes hacer y lo que no. 
Lamentablemente, muchas veces los enfermos que cada día tienen que enfrentarse a la cruda realidad de la responsabilidad, trabajo,niños,casa…
Tienen que enfundarse su traje del “estoy bien” para poder asumir su rutina diaria y además de ello, lidiar con la falta de entendimiento por parte de su entorno.
En ocasiones (y lo digo por experiencia) los pacientes, acaban siendo el foco de críticas cuando el dolor alcanza los niveles de tolerancia “asumibles” . 
Y hablo de la necesidad de decir “no puedo más, me duele”…
Ó de esos silencios forzados por no poder ser capaz de pronunciar una vocal. 
Situación que puede repetirse innumerables veces en un espacio tiempo muy corto. 
Ahí empieza una odisea de sentimientos en base a lo que reciben del exterior, como puede ser la falta de entendimiento ajeno, crítica o la famosa “lástima”.
La manera de comunicarse de un enfermo con dolor crónico, es distinta al de una persona que no sufre su misma condición. 
Dependerá del grado de dolor en ese momento , del tiempo que lleva con ello y de la afectación psicológica.
Tienden a fingir para no crear alarma en su entorno, sienten culpabilidad , frustración, e incluso pueden llegar a usar un lenguaje en “código” ( frases cortas con poca coherencia , brusquedad o abatimiento).
Por lo que, éste post me parece una buena forma de orientar a las personas que tratan con éstos pacientes y así mejorar la comunicación entre ambas partes.

CONSEJOS Y RECOMENDACIONES 

ESCUCHAR: 

Es la mejor manera de entender como se sienten. 
Dejar las suposiciones y las hipótesis, y simplemente centrarnos no solo en escuchar qué dice sino, cómo lo dice. 
Si tenemos un poco de tacto, podremos leer entre líneas.

FINGIR INTERÉS EN ELLO:

Puede ser desagradable escuchar a alguien hablar sobre su dolor , pero para ellos es mucho peor.
No le preguntes a alguien cómo se siente, a menos que estés realmente preparado para escucharlo. 
Sin embargo, es mejor escuchar en serio durante solo 5 minutos que fingir .
La gente puede darse cuenta si no estás realmente interesado y eso los hace sentirse como si fueran una carga y ésto agrava su estado emocional.

MIEDO Y SENTIMIENTOS:

Las personas con dolor crónico no suelen hablar de su dolor.
No expresar o no registrar completamente el dolor son mecanismos de afrontamiento que pueden desorientar a quien no sabe lo que está sucediendo. 
Entonces, cuando sospeches que alguien con dolor dice que se siente bien, puedes hacerle saber que estás interesado, pero que entiendes al mismo tiempo si no quiere hablar sobre eso.

BUSCAR “DISCORDANCIAS” ENTRE LO QUE DICEN Y SU ASPECTO: 

Algunos síntomas delatores, que generalmente indican dolor severo y tratado inadecuadamente incluyen sudoración, irritabilidad, trastornos del sueño, agitación nerviosa, dificultades para concentrarse, disminución de las actividades,aspecto enfermizo como pueden ser las ojeras y el tono de piel.
Muchas veces no reconocen su importancia y por eso no te dan esa información a menos que específicamente les preguntes.
No poner en duda su condición.
Por desgracia es un hecho que está a la órden del día. 
Pasando por personas de nuestro entorno y pasando por los propios médicos. 
En general, la gente no anda por ahí fingiendo que tiene dolor para obtener compasión…
“Dolor es todo aquello que la persona que lo siente dice que es, toda vez que la persona que lo siente dice que lo siente”.

PREGUNTAS INTELIGENTES Y POSITIVOS 

Las preguntas útiles son preguntas específicas o preguntas abiertas que expresan tu comprensión y tu interés en lo que está sintiendo la persona con dolor. 
Por ejemplo, qué tipo de tratamiento toma o si está satisfecho con ello

EVITA “PALABRAS QUE MUTILAN” 

Las palabras son un arma de doble filo – pueden mutilar o sanar.
Frases del tipo “tendrás que acostumbrarte”, “es lo que hay” o “no parece que estés enfermo” solo implica que el enfermo decaiga más si cabe.
La psicología elemental enseña que el miedo es una vía incorrecta para motivar el comportamiento constructivo. 
En lugar de movilizar los recursos de quien sufre, ese tipo de frases hace que desaparezca la esperanza. 
Las palabras constructivas, cuidadosamente elegidas, en el contexto de cuidar una relación, pueden ser un disparador poderoso de recursos curativos.

COMPASIÒN SANA 

Dejar de lado las preocupaciones, aunque sea durante unos pocos minutos, y escuchar con el corazón. 
Ser honesto con los conocimientos que se poseen.
Es difícil ver a una persona con dolor y no saber cómo ayudarla. 
A nadie le gusta ver que otro sufre. 
Puede ser tentador ofrecerle consejos bien intencionados pero tienen que ser acordes con nuestros propios conocimientos en base a lo que la persona manifiesta.
Es mejor admitir que no se tienen las respuestas en lugar de decir algo que sin intención, destruya la esperanza. 
El dolor no es como se piensa
El concepto de dolor está compuesto por factores físicos, psicológicos y neurológicos. Mucha gente todavía actúa como si el dolor pudiera comprenderse simplemente como el signo de una lesión física. 
El dolor es en parte un problema psicológico que involucra un abanico de emociones. 
Hay que recordar que el dolor es diferente para cada persona, dependiendo de la personalidad y de la historia de vida de la persona que lo padece
Aunque pueda parecer un manual de instrucciones de un electrodoméstico , no es más que una lista de pautas que pueden ayudar a muchos enfermos a no sentirse peor de lo que ya experimentan.
Seamos más humanos.
DOLOR CRONICO. 
LA VIDA CON DOLOR💜

11 feb 2021

Fibromialgia

He aprendido mucho por tener fibromialgia. 
Algunas son cosas que desearía no haber experimentado nunca, mientras que otras me han hecho una mejor persona. 
A continuación las cinco cosas que he aprendido:
1. Está bien decir 'no'. 
Pasé la mayor parte de mi vida tratando de complacer a todo el mundo, así que rara vez pronunciaba la palabra "No". 
Ahora parece la única respuesta a cada pregunta que me hacen. 
Decir que no, era algo que odiaba hacer. 
Me sentía como si estuviera dejando a la gente. 
Aprender a decirlo y no sentirme culpable fué difícil.
Me di cuenta de que mi cuerpo no me permite hacer todo lo que me gustaría. 
No es culpa mía y no debería sentirme culpable por ello. 
Ya no soy voluntaria ni me inscribo para eventos o proyectos, porque no siempre puedo cumplir mis compromisos. 
Odio cancelar en el último minuto, pero hay veces que es necesario. 
He hablado con familiares y amigos para que entiendan que hay veces en que no puedo hacer lo planeado debido a mi salud. 
Si no entienden, es su problema, no el mío.

2. No todos los médicos saben lo que están haciendo.
Los médicos son personas comunes y corrientes. 
Cometen errores. No lo saben todo. 
Tienen malos días, y a veces toman decisiones que no deberían. 
Si pienso que cualquier profesional médico no entiende lo que estoy diciendo o no me escucha, me voy de allí. 
Es hora de un nuevo médico. Conseguir una segunda, o incluso una tercera opinión, no es algo malo. 
Si no me siento bien, voy a otro lugar. 
Mi salud depende de médicos que están bien informados y que se tomen el tiempo para escucharme.

3. Escuchar a su cuerpo.
Odio admitirlo, pero he causado yo misma algo de mi dolor y sufrimiento. 
No escuché a mi cuerpo cuando debería haberlo hecho. 
Si estoy en mucho dolor, ahora descanso. No me presiono como lo hice cuando era más joven. 
Estar en sintonía con su cuerpo es una de las mejores maneras de saber cuando una crisis está a punto de llegar. Tengo signos indicadores que busco. 
Los dolores de cabeza, y en los hombros, suelen ser los primeros indicadores de que una crisis está a la vuelta de la esquina. 
No puedo detenerla, pero puedo estar preparada para ella.

4. Descubrí quiénes son mis verdaderos amigos.
He perdido amigos y familiares por mi enfermedad. 
Aprendí de la manera más dura quién realmente se preocupa por mí. 
He cortado a algunas personas, porque estar cerca de ellas era perjudicial para mi salud. 
¿Para qué quiero someterme a la negatividad y a las acusaciones? 
Prefiero a las personas que me construyen, no a los que me derriban.

5. No estoy sola.
Y tú tampoco. Cuando empecé a experimentar síntomas, las computadoras e Internet no existían. 
Ahora tenemos el mundo al alcance de la mano. 
Los grupos de apoyo en línea han sido una fuente de amistad y amor. 
Hay tantos que se sienten como yo en todo el mundo... Ahora tengo amigos con los que puedo expresar mis sentimientos, lo que me resulta purificante. 
Valoro a los amigos que he hecho en línea. 
He conocido a algunos increíbles guerreros de la fibromialgia, que me han enseñado más acerca de esta enfermedad y también me demostraron que todavía importo!.
Mi enfermedad no me define, pero ha cambiado mi vida de maneras que nunca imaginé. 
Tomar el tiempo para realmente pensar en lo que la fibromialgia me ha enseñado, me ha dado una nueva apreciación de la vida. 
Ver cómo he evolucionado con los años no es tan deprimente como pensé que sería. 
Aunque he sufrido física y emocionalmente, soy una persona más fuerte por esa razón.

10 feb 2021

*Guerreros de vida, Fibromialgia*

Todos esperamos la hora de dormir, poder descansar plácidamente
¿Pero qué pasa con quienes tenemos Fibromialgia? 
Dormir se vuelve literal una pesadilla, dormimos 10 o 20 minutos y despertamos
Cuándo dormimos soñamos cosas desesperantes, todo en nuestro sueños es estrés, despertamos nuevamente angustiados.
Cerramos los ojos y simplemente no nos dormimos.
Y así una noche y otra y otra.
Es realmente desesperante.
Dormir debería ser un placer, en nuestro caso una pesadilla.
Si en cualquier hora del día estando en casa nos ves dormidos, no nos despiertes, necesitamos dormir, descansar y nos resulta muy difícil.
Cuida y respeta nuestro sueño.
¡Gracias!

7 feb 2021

EL SENTIR DEL FIBROMIALGICO

Aclaro antes
No fue mi experiencia
Pero pareciera cómo que la relate yo
Muy muy similar a mi vida!!!
Desde niña asumí que era una persona sensible. 
Lo que yo consideraba injusticias me ponían triste y quería luchar por defender lo que para mí era lo correcto. 
Cual6quier palabra dañina me hacía llorar, si me elevaban la voz, más de lo mismo. 
Me sorprendía que la mayoría de la gente que me rodeaba no se viera afectada como yo por sucesos tristes. 
Cuándo fui creciendo, envidiaba a las personas que no les hacía daño las barbaridades del mundo. 
Hasta ahí, todo dentro de lo normal, con los años comprendes que hay seres humanos más sensibles o menos por diferentes motivos. 
Ahora viene lo excepcional. 
Siendo muy niña, no recuerdo bien la edad, entre 7 o 9 años, más o menos, me viene a la memoria algún momento de tristeza sin razón. 
Mi vida era la de cualquier pequeña. 
No me había sucedido nada fuera de lo normal. 
Fui creciendo, llego a la adolescencia, y con 15 años, de vez en cuando, una tristeza muy profunda inundaba mis ojos de lágrimas. 
No sabía la razón, pero con la mente buscaba dar motivos para poder comprender. 
La realidad es que no había un porqué, al menos, ninguno de los que yo pudiera creer en aquel entonces. 
Poco a poco más cambios de humor de alegre a triste, de hedónica a anhedónica, de sentirme bien a sentirme mal. 
Si algún sano está leyendo esto pensará que todos tenemos días mejores o peores, pero no, no es a lo que me refiero. 
No eran subidas o bajadas dentro de la curva normal emocional, eran picos muy marcados. 
Incluso si un día había un evento de esos que te ponen super feliz, por alguna razón que yo desconocía hasta ese momento, no conseguía animarme si mi cuerpo lo había decidido así. 
O me creaba mucha ansiedad incluso si estaba en positivo. 
En cuanto a mi sensibilidad, con más escudos, pero de fondo seguía igual, sufriendo como una condenada por muchas cosas que no eran ni cercanas a mí. 
Así fue transcurriendo mi vida, entre sonrisas y lágrimas. 
Eso sí, ya me encargaba yo de enseñar más los dientes en la calle y el llanto en mi casa. 
Eso cuando podía claro. 
A veces la emoción era tan potente, que por encima de mi deseo de no llorar en público, ella hacía de las suyas, y el llanto se volvía explosivo y alarmante. 
De ahí que mi madre me dijera que valía de plañidera siciliana, o mis amigas que era muy actriz. 
Pero lo curioso es que yo no actuaba, sentía hasta ese nivel inconcebible que me producía una explosión bestial. 
Eso sí, días después, como por arte de magia, volvía a un estado de felicidad normal, o mejor dicho, muchas veces efusivo en exceso. 
Llegué a pensar que era bipolar, pero cuando estudié psicología, entendí que no, ya que no reunía los parámetros para serlo. 
Entre temario y temario, descubrí la fibromialgia, me veía muy reflejada, pero me enseñaron que no tenía solución, así que, pensé, para qué ir a hacerme un diagnóstico si no tiene cura. 
Eso en el caso de que lo tenga, porque yo por aquel entonces estaba diagnosticada de ansiedad generalizada y fobias. 
Así fue transcurriendo la vida, entre terapia y terapia, psicólogos y psiquiatras, métodos alternativos, y yo iba a peor. 
Es verdad que mi trabajo interior fue tal, que lo bueno de haber pasado por tantos profesionales de la mente, es que emocionalmente me hice muy madura. Entiéndase bien esto. 
No perdí mi sensibilidad ni mucho menos, pero traspasé bastante al ego, interpretaba los sucesos de modo positivo, y caminaba por la vida intentando no dramatizar ni ser victimista. 
“El guión de mi camino era sólo responsabilidad mía”.
Eso sí, me seguía cambiando el humor a antojo de estímulos que yo no controlaba. 
Cómo por ejemplo, el clima. 
La humedad y la lluvia me creaban muchísima ansiedad aunque no supiese con mis ojos lo que ocurría en el exterior. 
Ahí estaba la gracia, no podía ser una interpretación de mi subconsciente que por algún motivo le entristeciera el ver llover. 
Al contrario, yo siempre he pensado que si hace mal tiempo se pueden hacer mil cosas, eso no es motivo para aburrirse. 
La vida transcurrió, yo empeoraba y empeoraba, y un buen día en la primera cita con un psiquiatra nuevo en la seguridad social, me pregunta si he contemplado la posibilidad de tener fibromialgia por las cosas que le contaba y porque me levanté de la silla como un robot oxidado. 
Le dije que sí, pero que como no existía la cura, no le había dado más bombo a ese tema. 
Me envío al reumatólogo, y sorpresa. 
Toda mi sintomatología cuadraba en aquella enfermedad. 
El diagnóstico no fue alentador, pues llevaba con ello desde el nacimiento, o fijo, antes de los 13 años. 
Tenía ya 37. 
Y al no haber puesto tratamiento primero, era muy difícil ayudarme con la medicación. 
Tenía un nivel 3. 18 de 18 puntos gatillo y todos los síntomas que reúne la enfermedad. 
Gracias a dios, yo llevaba tomando antidepresivos muchos años, porque no os he dicho que a los 23 también me diagnosticaron depresión mayor. 
Casualmente o causalmente, estaba en el mejor momento de mi vida y yo no entendía nada de lo que me pasaba. 
¿Será verdad, pensé? 
Igual ahora de repente me entra depresión por cosas del pasado. 
Pero esa teoría me descuadraba. Evidentemente ahora se que la depresión era producida por la baja serotonina debido a la fibromialgia. 
Pero en aquel momento, ni idea. 
Y gracias a haber tomado antidepresivos desde esa edad, al menos mis receptores de serotonina seguían haciendo su trabajo. 
Llegados aquí, tendría que contaros mil cosas como para escribir un libro, pero como esto es un escrito sólo de las emociones con fibromialgia, lo dejaré ahí. 
Si eso ya escribiré mis memorias algún día😂. Entendí de una santa vez, por qué yo era tan sensible. 
No era cuestión de ser mejor o peor persona, cosa que ya tenía claro a esas alturas, sino de que mis químicos cerebrales no funcionaban bien, al igual que en toda las fibromiálgicas, y de ahí que muchas veces sintamos de un modo superlativo. 
Qué un evento tanto positivo como negativo nos agote psicológicamente, nos cree ansiedad, y no controlemos la efusividad de nuestras emociones, ni tampoco sus derrumbes. 
Un día se nos puede ver felices como perdices, y al día siguiente hundida en la más profunda desesperación. 
Y hasta que los neurotrasmisores no decidan estar en equilibrio, nosotras tampoco lo estamos. 
Hay formas de ayudarlos un poco. 
Con masajes relajantes, meditación, yoga, etc, etc. 
Pero olvidaros de curas milagro. 
Nuestro sistema nervioso simpático está desequilibrado, y que yo sepa, nadie aún ha conseguido solucionar eso. 
Puede que mejorarlo algo sí, pero arreglarlo para que sea como el de una persona sin la enfermedad, no. 
La parte positiva de saber de dónde viene todo es que cuando lloréis, riáis, estéis tristes o alegres, felices o infelices...
No te cumples por ello, no somos dioses para cambiar nuestra enfermedad a nuestro antojo. 
Ojalá fuese así, pero no lo es. 
Así que, a aceptar lo que hay, y a quien no le guste que seamos tan sensibles, que no nos mire😜. 
Los que sufrimos en nuestras carnes la fibromialgia sabemos de qué va el tema. 
La gente que no, pero que es empática y abierta de mente, se lo puede imaginar, y los demás no nos tienen que importar sus juicios de valor. 
Cada uno a su vida😜 
Se me ocurre una frase para una pancarta:¡SOMOS MUY SENSIBLES QUERAMOS O NO!😂😂😂😂(pizca de humor)
Y con esto y un bizcocho, a seguir nuestro camino con mucha sensibilidad y ojalá que apoyo.

6 feb 2021

¿Qué siente un padeciente de Fibromialgia?

Escrito por un médico,que me encantaría conocer:
Todos nacemos “sanos”. 
Sólo el 5% de los nacimientos presentan enfermedades congénitas. 
O sea, que el 95% “adquieren” las enfermedades a lo largo de la vida.
Cuándo nacemos todos traemos la memoria ancestral, familiar, sobre todo de nuestra madre y abuela, porque ellas dan los ovocitos a la nieta e hija, y transmiten esa herencia. 
Y todas las vicisitudes que pasó la madre cuando estaba embarazada, eso también se transmite al feto.
En los seis a siete años de vida, queda grabado en la memoria, todo lo aprendido, malo o bueno.
Nuestros padres nos han dado lo mejor que tenían, de acuerdo a su cultura, conocimientos y herramientas disponibles. 
No debemos culparlos.
Los pacientes con FM son vulnerables, por lo heredado y por su historia personal también, porque les han pasado cosas y han “aprendido” determinadas formas de conducta, actitudes, hábitos que han sido adoptados por imitación, aprendizaje de sus padres y educadores.
Y  han ocurrido abusos físicos y psicológicos, abandonos, humillaciones, vergüenzas, miedos, creencias, culpas, etc., que se graban en circuitos neuronales en el cerebro.
También han aprendido a ser responsables, hiperactivos, hipervigilantes, exigentes, a veces obsesivos y esto porque uno o los dos padres son así. 
No pueden estar sin hacer nada, no se permiten el descanso, no pueden ver el desorden, están a disposición de los demás, se creen la “mujer maravilla” o “superman”, no saben decir NO, nadie hace las cosas como ellas. 
Todo esto va generando una personalidad fibromiálgica, que sólo genera más estrés.
Y empiezan a aparecer los primeros síntomas, en forma de dolor de cabeza, dolor cervical, dolor lumbar, dolores en el cuerpo que antes no tenían, dificultades para conciliar el sueño y despertares frecuentes, con un sueño no reparador.  
Se despiertan más cansadas de lo que se acostaron, y el dolor y la fatiga será la constante con altibajos, todos los días. Cuando se despiertan sienten el cuerpo tullido, entumecido, como si les hubieran dado una paliza o les hubiera pasado un tren por encima. 
Esto les dificulta comenzar la jornada y ponerse en actividad. Hay quienes tienen que ayudarles a vestir, y una ducha tibia puede ser salvadora. Al principio van a su trabajo con todas estas dificultades, porque tienen que estar a disposición de los demás y se creen la mujer maravilla, a pesar de que su cuerpo no les responde. 
El dolor se siente en los músculos, ligamentos y tendones, no es articular, ni óseo, pero el origen del dolor está en el cerebro donde está grabado y existe un síndrome de sensibilización central que lo explica. 
Las vías del dolor ascendentes y descendentes está hiperexcitadas, y frente a cualquier situación de peligro real o aparente que genere estrés, se dispara el dolor.
Luego se van sumando otros síntomas, todos subjetivos, rigidez muscular, se sienten como un robot, hormigueos en brazos y piernas, síndrome de piernas inquietas, vértigos, colon irritable, intolerancia a la luz, ruidos, olores, sensación de opresión en el pecho, palpitaciones, disminución del apetito sexual, dificultades en la memoria reciente, dificultad para concentrarse, le molestan las ropas apretadas, los abrazos, fluctuaciones de peso, sensación de estar hinchada, etc.
Y se sienten raras, “yo no era así, algo me pasa” y los demás las ven “bien” y eso hace que los familiares y compañeros de trabajo les digan “qué te pasa”, o estás “psiquiátrica”, hipocondríaca, etc. 
Y lo más triste es que si van a un médico poco entendido en FM, no les encuentra nada, o les hace estudios de todo tipo, muchas veces normales, y esos médicos también les dicen “no tenés nada”. 
Todo esto trae incomprensión, frustración, desazón, ansiedad, depresión, por sentirse mal y no ser entendidas. 
Y cada vez que tienen un evento de estrés psicoemocional, esos circuitos neuronales que dijimos que están instalados en el cerebro, el cerebro lo interpreta cómo una amenaza o peligro y envía señales a la periferia, de más dolor. 
El desencadenamiento de la enfermedad y los empujes, siempre están relacionados con eventos de estrés psicoemocionales.
Y toman pastillas, y nada les calma, y siguen viendo a otros especialistas, hasta que alguno que sabe FM le dice el diagnóstico; y acá pueden haber pasado de 2 a 6 años, y a veces, más. 
Y el recibir el diagnóstico las perturba, pero a otras les significa un gran alivio, por tener un diagnóstico y no un cáncer a los huesos. 
Es muy común que tomen mucha medicación, indicada por el reumatólogo, psiquiatra, etc.
Y el tiempo pasa y no mejoran porque la mayoría de los médicos utilizan sólo medicamentos, y está demostrado que ningún medicamento es efectivo en la FM. Pueden sentir un alivio parcial o transitorio, pero nosotros hablamos de curación, que es posible, pero hay que utilizar otras herramientas, psicoterapia, respiración, relajación, gestión emocional, actividad física de bajo impacto, reglada y adaptada, actividades recreativas y placenteras, grupos de ayuda mutua, etc.
Viven en un medio hostil, que cada día es igual al anterior, mientras no cambien. Y viene la desesperanza, la indefensión aprendida, la frustración, el no saber qué hacer. Se dan cuenta que ya no son las mismas de antes, y están agotadas, cansadas, doloridas, no duermen y todo esto estresa más, generando un círculo vicioso negativo. Y sienten ansiedad, baja autoestima, depresión. Son víctimas de los demás, porque les exigen y aceptan, y a su vez victimarias de sí mismas, porque siempre hacen más de lo mismo.
La incomprensión familiar es un drama, lo mismo que la de los médicos. A veces, no tienen con quien hablar, para encontrar una luz en su camino.
Nadie les explica lo que les pasa, por qué les pasa y qué deben cambiar. Y cambiar es difícil, porque se creen perfectas, que los equivocados son los otros, y que ellas son la mujer maravilla, y cómo les pudo haber pasado esto. Qué mal hicieron, quién les envió esta peste tan horrible. Y lloran a solas, frustradas, con rabia contenida, sin ver un futuro mejor.
Y llega la hora de acostarse y es un suplicio, no pueden comenzar a dormir, a pesar de estar cansadas, agotadas, doloridas, y entonces en ese desvelo, vienen a la mente muchas preocupaciones, que menos hace que puedan dormir, y piensan en todo lo que tienen que hacer al otro día, y menos duermen. Tenía una paciente que dormía nerviosa, se despertaba a cada rato, porque se tenía que levantar temprano y como era muy responsable no podía llegar tarde. Un día se me ocurrió preguntarle si utilizaba un despertador, me dijo que no. Entonces le indiqué un despertador y que confiera en él, que la iba a llamar y que mientras durmiera tranquila. Esto demuestra el estado de hiperactividad, estrés, ansiedad que tienen.
En nuestra consulta, en donde hacemos una historia completa y preguntamos todo lo que tiene que saber un médico integral, siempre aparece alguna herida emocional, y el llanto es muy común. Es muy frecuente la culpa, los miedos, las creencias, rabia, eventos estresantes traumáticos desde la niñez, no resueltos, etc. También pueden tener antecedentes de crisis de pánico y eventos de estrés postraumáticos.
Luego hacemos un examen físico completo para diagnosticar la FM si se desconocía que la tuviera, o lo confirmamos si ya había sido realizado. Después explicamos y damos pautas y consejos para comenzar a cambiar y poder salir de a poco de esta situación. La primera consulta nos lleva una hora y media y a veces más. Por eso es muy difícil atender y tratar una enfermedad tan compleja como la FM en el sistema mutual, en donde hay que ver de cuatro a seis pacientes en una hora. Salvo que hubiera un equipo interdisciplinario adiestrado, que integramos en su momento en una mutualista hace años, donde funcionó 6 años en forma eficiente, integrado por Reumatólogo, Fisiatra, Psiquiatra, Fisioterapeuta, Psicólogo.
Esto no es magia, es un proceso, que lleva el tiempo necesario, diferente a cada paciente, para cambiar actitudes, hábitos, cosa que no es tan fácil, pero posible y el premio es muy grande, sentirse bien, tener bienestar, ser libres de ataduras.
Y hay que acompañar al paciente en este proceso de cambio, y lo controlamos una vez al mes y luego en forma más espaciada. 
Tienen que aprender a desaprender viejas conductas y reaprender nuevas. Si no, la vida seguirá igual y cada día será una fotocopia del anterior. Hay que agradecer a la enfermedad que está diciendo que algo están haciendo mal, pero hay que darse cuenta de ello y cambiar. Y amigarse con la enfermedad, conocerla, ya que ella les va a ayudar a salir de este pantano.
La FM para la medicina clásica, convencional, es una enfermedad neurológica, pero a los neurólogos parece no interesarles, los más capacitados son los reumatólogos, pero realmente para la medicina integral, holística, es una enfermedad psiconeuroinmunoendócrina.
Dr. Carlos Uboldi.-

4 feb 2021

Consejos para la Fibromialgia

Claro que podemos ayudarnos a hacerle frente al dolor y a la activación de nuestro cuerpo, no siempre se quita el dolor pero si podemos activar nuestros músculos articulaciones y mente, ten paciencia y se constante, en esta enfermedad nada nos va a a funcionar sin la constancia en lo que hacemos por nosotros mismos. 

La Fibromialgia puede “controlarse” con analgésicos, una alimentación rica en omegas y equilibrada, antidepresivos, anti inflamatorios, relajantes musculares, anti convulsivos, ejercicio, acupuntura, masajes, fisioterapias. Pero solo la constancia en lo que hagamos será la clave para tener buenos resultados. 
Cada persona tenemos resultados diferentes con cada medicamento y diferentes reacciones, el mejor tratamiento lo vamos encontrando en el camino junto con nuestro médico, no olvidemos que el mejor tratamiento se encuentra solo con prueba y error.
Los analgésico pueden ayudarnos a bajar la inflamación y a dormir un poco mejor, los antidepresivos nos pueden ayudar con  el dolor, pero debemos estar pendientes de las reacciones que tenemos con nuestro doctor, los anti convulsivos también pueden ayudar a inhibir el dolor, sin embargo lo que hagamos nosotros para ayudar y activar nuestro cuerpo es lo que hace la diferencia. 
Hacer ejercicio es un verdadero reto por vencer ya que el agotamiento y el dolor hace que hagamos un sobre esfuerzo físico y mental para poder realizarlo pero es algo fundamental para mejorar nuestra energía y nuestros movimientos. 
Cada persona debe encontrar su propia rutina.
Hacer yoga es uno de los ejercicios recomendados ya que ayuda a mejorar el estado de ánimo, relaja, estira el cuerpo y activa la circulación, es una disciplina de bajo impacto. 
Poco a poco puedes empezar a ayudarte sin sobre esforzarte, recuerda que todo lo que hagas debe ser a tu propio ritmo.
En la acupuntura se logra activar la circulación, promover poco a poco aprender a conocer nuestros puntos clave para ayudarnos, activar neurotransmisores que nos ayudarán a controlar el dolor. Busca una persona certificada y que todo esté bien esterilizado para no poner en riesgo tu salud. 
Los masajes relajantes nos ayudarán a poder relajar los músculos, bajar la tensión y activar la circulación, inténtalo tanto como tu cuerpo lo permita. 
La alimentación baja en gluten, rica en omegas y hierro nos ayudará siempre a sentirnos más ligeros y mejor, evita conservadores, embutidos y carne roja, una dieta mediterránea es mucho mejor para nosotros, verduras y grutas naturales de la estación sin lo mejor. 

El apoyo emocional también hace la diferencia, si puedes tener guía psicológica, un lugar de autoayuda o un grupo de personas con nuestra misma condición nos permite tener comprensión y apoyo en este diario vivir para seguir adelante sin desistir. 
Hoy por ti y mañana también!