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19 ene 2019

Rasgos de la personalidad de los pacientes de Fibromialgia.-


Se ha considerado que las pacientes con fibromialgia tienen una personalidad
perfeccionista, con rasgos obsesivos, superexigentes, hipervigilantes, con
necesidad de aprobación y elevada motivación por las actividades eficaces.
Esto fue llamado por Rotés-Querol en 1994 y Malt y cols. en 2002, personalidad
sobreimplicada y neurotica.
El Dr. J. C. Mingote (psiquiatra español), ha insistido sobre una personalidad característica de fibromialgia que llama patrón de conducta tipo F, otros lo llaman patrón cognitivo-afectivo-conductual de la fibromialgia.
Nuestro trabajo y experiencia, coincide con estos hallazgos, pero además, nos afiliamos a esta propuesta del Dr. Mingote, ya que en nuestra experiencia clínica diaria es muy característica la personalidad de estos pacientes y se repite con muchas similitudes en la mayoría de ellos, con algunas posibles variantes.
Estos rasgos nadie le da importancia, nosotros sí.
La mayor parte tiene todas las características siguientes:
Hiperactivas: no pueden estar sin hacer algo, no se permiten estar sentadas aunque estén cansadas o doloridas, no se pueden acostar sin haber lavado los platos y dejar la casa ordenada; en general, viven para trabajar en vez de trabajar para vivir, por eso no se permiten el disfrute y el placer ya que les parece que están perdiendo el tiempo.
Hiperresponsables y perfeccionistas: no se permiten que algo les salga mal y si eso ocurre lo hacen de nuevo. Esto lo trasmiten a sus familiares y compañeros de trabajo, e incluso se enojan cuando alguien no es como ellas.
Exigentes consigo mismas y a veces con los demás.
Hipersensibles, les afectan lo que ven, oyen o les dicen
Hipervigilantes, siempre en estado de alerta, pendientes de lo que ocurre en su entorno.
Cumplidoras, trabajadoras y concienzudas.
Meticulosas.
Serviciales: siempre están dispuestas a ayudar a los demás y como no
saben decir no, aunque estén doloridas ayudan, están a disposición
de los demás.
Abnegadas.
Éticas.
Protectoras.
Leales.
Tienen un gran amor propio.
Baja autoestima
Lo primero que hay que decir, que el ser así, genera estrés, sobrecarga, porque se plantean metas u objetivos muy ambiciosos y luego les cuesta cumplir y los tienen que cumplir, porque su palabra es sagrada, pero a un costo tensional, emocional, dolor, cansancio, etc.
Mencionaré algunas expresiones que manifiestan: «yo soy todo para ellos»,
«no puedo dejar de hacer las cosas», «no soy la misma de antes».
Son esclavas de los demás, están a disposición de ellos, para complacer y
no sentirse rechazadas. No saben decir «no» por lo mismo, desde niñas fueron
enseñadas a que tenían que trabajar, hacer todo lo que se les indicaba y tienen
grabada a fuego esa vocación de servicio.
Tienen un conflicto entre lo que piensan, lo que sienten y lo que hacen:
piensan una cosa, sienten otra y generalmente terminan haciendo lo que
quieren los demás.
No canalizan las emociones adecuadamente, evitan conflictos.
Están superadaptadas a un medio frustrante; no les sirve ser así, pero creen
que está bien lo que hacen y la consecuencia es dolor, frustración, etcétera.
Tienen un mal manejo de la agresividad, porque sienten ira, enojo, pero
callan y «explotan por dentro».
Tienen muy poca capacidad para el disfrute, en general no tienen actividades
placenteras, porque hay que trabajar, están cansadas y doloridas y están
a disposición de los demás.
Y la consecuencia final de todo esto, de ser como son, es «más de lo mismo»,
todos los días pasa lo mismo y comienza lo que mencionamos anteriormente:
el círculo vicioso del impacto emocional de la fibromialgia.
¿Cómo convencer a estas pacientes, tan «perfectas» de que tienen que cambiar?
Es un gran problema, porque ellas no lo ven y como médicos debemos
hacer un trabajo muy delicado de que comprendan que esta forma de ser, este estilo de vida que han aprendido, este patrón de conducta, es perjudicial y lo tienen que cambiar. Algunas no lo entienden y no están dispuestas a cambiar, siguen con más de lo mismo. Por eso, las pastillas mejoran algunos síntomas pero si no se cambia esta forma de ser —entre otras cosas—, no hay mejoría duradera. La mayoría pretenden la pastilla «mágica» para el dolor que, por supuesto, no existe; esto lo deben saber las pacientes, los familiares y también los médicos.
Por eso, se requiere de un proceso de cambio. A veces lleva tiempo, pero
partiendo de estas bases y otras que mencionaremos en el tratamiento, el
pronóstico suele ser favorable.
Dr. Carlos Uboldi

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