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26 mar 2016

Fibromialgia y Alimentación

La fibromialgia es una de las enfermedades más desconocidas.
Más frecuente en mujeres, cursa con síntomas que varían desde agotamiento generalizado a dolor en las articulaciones y muscular.
Unidos  a estos se presentan otros síntomas como la rigidez o anquilosamiento, dolores  de cabeza y cara, trastornos del sueño, dificultad para concentrarse, trastornos  digestivos -dolor abdominal, meteorismo, estreñimiento, diarrea-, problemas  genitourinarios, parestesia -hormigueo y entumecimiento en manos y pies-,  falta de equilibrio, trastornos en las piernas – “síndrome de las piernas inquietas”-,  hipersensibilidad a la luz, sonidos, toques y olores,  alteraciones en la piel -sequedad, manchas, purito-, depresión y ansiedad.
Esta  enfermedad no se puede diagnosticar a través de las pruebas de laboratorio. Los  pacientes que la sufren se realizan radiografías, analíticas de sangre y  biopsias musculares y sus resultados siempre suelen estar dentro de la normalidad.
Los pacientes con fibromialgia suelen presentar un aspecto saludable, lo que dificulta su valoración. Sólo el estudio detallado de sus músculos indicará las  zonas extremadamente sensibles al tacto  llamadas puntos hipersensibles.
Los  síntomas de la fibromialgia se parecen a los de otras enfermedades como el  lupus sistémico, polimialgia reumática, miositis, polimiositis, daño neurológico  ocasionado por la diabetes, enfermedades de la tiroides, tendinitis, bursitis,  síndrome de agotamiento crónico y otros. Es imprescindible descartar éstas  antes de una diagnosis de fibromialgia y su posterior tratamiento.

No  fue hasta hace poco, en el 1992, que la Organización Mundial de la Salud OMS  la reconoció como patología. Es por esto que hay pocos estudios científicos que  estudien sus causas y tratamiento y por lo tanto, elaborar una guía dietética  eficaz basada en la evidencia es actualmente muy difícil.
El  cansancio y el malestar general, el dolor y la ansiedad que padece de forma  crónica el enfermo de fibromialgia afecta en su totalidad a su vida cotidiana y  por lo tanto, afecta también a sus hábitos alimentarios que se suelen ver  alterados -pueden aparecer graves desequilibrios nutricionales y la aparición  de obesidad por la falta de ejercicio físico y mal reparto de las calorías-.
Es  un hecho demostrado que los hábitos alimentarios pueden estar implicados en el  origen de algunas enfermedades como las cardiovasculares, la obesidad, la  diabetes y determinados tipos de cáncer.
Por  lo tanto, una alimentación equilibrada aportará la energía, las vitaminas y los  minerales imprescindibles para mejorar la calidad de vida del enfermo y evitar  la aparición de complicaciones por carencias o excesos.
Una dieta rica en frutas, vegetales y legumbres, rica en  potasio,  cinc, silicio y selenio y pobre en grasas y proteínas de origen animal ayuda a  mantener los músculos y los tendones en buen estado y pueden ayudar a disminuir  la sensación de dolor.
Los  enfermos de fibromialgia deben aportar una ingesta suficiente de calcio a  través de la alimentación e incluso a través de suplementos ya que una baja  concentración de este en sangre es responsable de la aparición de espasmos  musculares.
El magnesio interviene en el proceso de la contracción muscular y su carencia  provoca estremecimientos musculares y calambres además de apatía y debilidad.
Es  frecuente incluir en el tratamiento suplementos de  vitaminas antioxidantes como la vitamina A, C y E para combatir el estrés y  reforzar el sistema inmune.

Fibromialgia: Alimentos recomendados.

Alimentos Alcalinizantes

  • Ricos en potasio, calcio, magnesio y sodio: lechuga,  las endibias, la escarola, el perejil,  el plátano, el mijo, las almendras, el maíz o las castañas.
  • Ricos en  ácidos grasos omega 3: pescados  azules, aceite de linaza, de cánola, de nuez, de soja, de germen de trigo y de  avellana.
  • Ricos en antioxidantes, calcio y ácidos grasos omega 3: frutas  frescas, frutos secos y semillas, manzana, pera,  almendras, avellanas, sésamo, etc. Contrariamente a lo que se piensa, las  frutas ácidas –el limón, por ejemplo- no suelen ser acidificantes, ya que su  digestión deja como residuos minerales alcalinos.
  • Ricas en calcio, vitamina  C, ácido fólico y betacarotenos: Verduras y  hortalizas: zanahoria, cebolla, apio, col, etc.
  • Ricos en selenio, vitaminas del  grupo B y fibra: Cereales  integrales: trigo, avena, centeno, etc.
La soja y  sus derivados aportan proteínas, calcio, hierro,  yodo, magnesio, potasio, fósforo, ácido fólico y  vitaminas del grupo B.
  • Ricas en calcio, magnesio y otros  oligoelementos que facilitan su la absorción: Algas.

Fibromialgia: Alimentos desaconsejados.

Alimentos Acidificantes

  • Ricos en fósforo, azufre y cloro. Entre los más destacados están los  que contienen aditivos y edulcorantes, las harinas refinadas, las conservas,  etc.
  • Ricos en  oxalatos: espinacas, acelgas,  remolachas, etc.
  • Ricos en  grasas saturadas: carnes grasas, embutidos, mantequilla, lácteos enteros, etc.
  • Ricos en  purinas: vísceras, carnes rojas  y  mariscos.
  • Vegetales  solonáceos -contienen solanina, una toxina  que actúa sobre los enzimas formadores de los músculos aumentando la  inflamación y causando dolor-: tomate, patata, pimiento, berenjena, etc.
  • El alcohol,  la cafeína, la sal y los azúcares refinados.
Cuando  hay acidosis por el abuso de estos alimentos aparecen síntomas como la falta  crónica de energía, sabor agrio y viscoso al despertar, propensión a la fatiga  y el frío, mayor tendencia a la depresión,  encías inflamadas y sensibles, caries, cabello sin brillo y su caída, piel seca  y agrietada, uñas frágiles y quebradizas, calambres y espasmos musculares,  problemas osteoarticulares, aumento en el depósito de cristales en las  articulaciones y su inflamación, propensión a sufrir infecciones y músculos  doloridos.

Consejos para una alimentación  saludable:

  • Fraccionar la  ingesta diaria en 4 o 5 comidas para un buen reparto de las calorías.
  • No saltarse  ninguna comida ni “picar” entre horas.
  • Comer en un  ambiente relajado, sin prisas.
  • Aumentar el  aporte de fibra alimentaria a través del consumo de un mínimo de 5 raciones diarias de  verduras y frutas. No abusar de  los alimentos más flatulentos en caso de meteorismo: legumbres, col, coliflor,  coles de bruselas, alcachofas, nabos, cebolla y manzana cruda, melón, sandía,  chocolate, frutos secos y setas.
  • Optar por  carnes blancas (pollo, pavo, conejo) y pescados (mínimo dos veces a la semana  pescado azul) frente al abuso de las carnes rojas o muy grasas.
  • Utilizar  cocciones ligeras como el horno, la plancha, el vapor, el papillote o el  hervido y limitar las más grasas (fritos, rebozados, empanados) a ocasiones  especiales.
  • Reducir el  aporte de azúcares refinados presentes en caramelos, pasteles, azúcar de mesa,  bebidas azucaradas, etc. y aumentar el consumo de los azúcares complejos  presentes en los cereales, legumbres y patatas.
  • Utiliza como  fuente principal de grasas el aceite de oliva virgen.
  • Bebe  suficientes líquidos (alrededor de 2 litros diarios).
  • No consumas alcohol.
  • Mantente en un  peso adecuado.
  • Realizar  ejercicio físico moderado y adaptado a tus características personales

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