Esa suma de pequeños momentos
Somos distintos, somos diferentes, pero en el fondo todos buscamos lo mismo.
Somos más o menos exigentes, más o menos críticos, sociables, introvertidos, solitarios o expansivos.
Vamos por la vida llevándonos todo por delante o pidiendo permiso. Gritamos las cosas o las pedimos bajito.
Todos vamos detrás de lo mismo, como si hubiera una formula y la tuviéramos que encontrar.
Y según la etapa de la vida en la que estemos, le cambiamos el nombre, pero en el fondo sigue siendo lo mismo, buscamos felicidad.
Sin embargo a veces queremos ser felices tan desesperadamente que perdemos de vista qué es lo que nos da felicidad, entonces pasa delante nuestro, y como llega se va.
A veces perdemos de vista que eso que llamamos felicidad es más simple que sofisticado, es más etéreo que material, y aunque haya cientos de miles, lo que pasó no vuelve más.
Hablo de la mirada de tu hijo, la sonrisa de tu mamá. Esa cena llena de risas con amigos, ese viaje que hiciste acá nomás, la mirada cómplice de una amiga, esa noche en la que por fin te invitó a cenar.
No pases por alto esa suma de pequeños momentos, estate atento, no te distraigas que ahí están. Es que son efímeros e intangibles y si estás distraído, como llegan se van. Pero si pudiste verlos, si los pudiste disfrutar, ellos anidan en tu alma, crecen en tu corazón y no te abandonan jamás.
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